¿Todos los caminos conducen a Roma?
Por Natalia Spetale
La senda que recorremos está hecha en base a las decisiones que a diario tomamos, las de menor importancia y también aquellas que son trascendentales.
Cuántas veces hemos escuchado decir: “Todos los caminos conducen a Roma”, y como si fuera una premisa irrefutable la adoptamos como un principio de vida. En la época del Imperio Romano por razones militares y administrativas se construyeron cerca de cuatrocientas vías que unían los puntos más lejanos y escondidos con la capital. No importa donde estuvieras cualquier camino te llevaba a Roma. Aquella expresión famosa tenía sentido. Sin embargo, pensar que no interesa qué caminos tomemos ya que todos nos pueden llevar al destino que queremos, no es una afirmación válida por más popular que sea la conocida frase.
Existe un proverbio que dice: “Examina la senda de tus pies… no te desvíes a la derecha ni a la izquierda”. Como todos los proverbios de la Biblia esta frase está llena de sabiduría. Nos enseña cómo vivir de manera plena y saludable. Nos invita a la reflexión. Examinar el camino por el que estamos yendo en la vida no es algo que podamos hacer a las apuradas. Necesitamos hacer una pausa y tomarnos el tiempo necesario para pensar y evaluar si de verdad vamos por la senda indicada. ¡Pare! Esta señal nos indica un alto en el camino que no puede ser ignorada. Debemos prestarle atención. Antes de corroborar que vamos por la senda correcta necesitamos saber adónde vamos. Parece obvio, pero no siempre lo es. Entonces, la primera pregunta de evaluación para hacernos tiene que ver con el destino al que queremos llegar.
¿Sabés adónde vas? Tu punto de llegada señala cómo querés que sea tu vida al final del viaje. ¿Cómo deseás verte a vos misma en las distintas áreas? ¿Cuáles querés que sean tus victorias y conquistas? Sobre todo, ¿podés identificar cómo sería la mejor versión de vos misma de acuerdo al diseño con el que fuiste creada? La mejor versión tuya es la que te calza perfecto, la versión de los demás jamás funciona para vos. Es fundamental saber primero quién querés ser, segundo, lo que querés hacer en la vida y ver si el resultado de esa búsqueda coincide con los planos originales de tu diseño.
Demasiadas preguntas que requieren tiempo de reflexión y análisis, pero vale la pena hacer un alto y registrar las respuestas. No sea cosa que en el camino perdamos la memoria o necesitemos hacer un giro en el trayecto. En realidad, esta última opción es más común de lo que pensamos. Por lo general, todas en algún momento hemos necesitado dar un volantazo.
Cada vez que iniciamos un viaje tenemos en mente el lugar de llegada y hoy en día casi todos tenemos un GPS a mano que nos muestra el trayecto más conveniente, con peajes, sin peajes, el más corto o el más largo de modo que podamos elegir. Una vez seleccionado el camino, una voz en off nos irá guiando y marcando si vamos bien o si es necesario re direccionar y encausarnos nuevamente para llegar al destino.
Teniendo en claro el punto de llegada estamos en condiciones de examinar si vamos por el camino que nos conduce hasta ese lugar. La senda que recorremos está hecha en base a las decisiones que a diario tomamos, las de menor importancia y también aquellas que son trascendentales. Decisiones que señalan las prioridades que tenemos y a qué cosas le damos mayor valor en nuestra vida.
El proverbio mencionado no solo dice que examinemos la senda de nuestros pies sino que nos anima a no desviarnos ni a derecha ni a izquierda. Esta advertencia es tan importante como conocer el punto de llegada. Tomar caminos alternativos no hacen más que desviarnos y retrasarnos de llegar adonde queremos. En el camino pueden aparecer distracciones a derecha y a izquierda que nos seducen a escuchar otras voces que, no solo nos desvían o nos retrasan, sino también nos llenan de dolor, vacío y frustración por ver que no estamos llegando al lugar deseado. A veces son distracciones internas y otras veces externas, o ambas. Miedos, dudas, inseguridad, conformismo, pasividad, traumas como también circunstancias temporales adversas o espejitos de colores que encandilan y empujan a buscar exitismos vacíos que no se corresponden con nuestro punto de llegada.
Muchas veces las decisiones que tomamos o las postergaciones interminables de objetivos y metas nos alejan de nuestro destino. Por ejemplo, deseamos tener una familia unida y bien consolidada, pero en la vida cotidiana cada uno demanda su espacio y tiempo buscando sus propios intereses sin tener en cuenta las necesidades de los demás. Anhelamos un crecimiento en lo laboral, profesional, pero postergamos capacitarnos para poder estar a la altura de lo que se requiere. Nos gustaría ver hecho realidad sueños guardados en el corazón, no obstante nos cuesta ser disciplinada y constante a la hora de poner metas y luego activar para alcanzarlas. Nos encantaría desarrollar los talentos y habilidades que tenemos, sin embargo nunca le damos lugar en nuestra agenda o no nos atrevemos a exponernos por temor al qué dirán. Deseamos abrirnos a lo nuevo que está adelante, pero no nos animamos a soltar la comodidad y seguridad de lo conocido. Queremos alcanzar estabilidad emocional, pero damos rienda suelta a lo que sentimos sin buscar la manera de controlar las emociones. Y la lista puede seguir.
Necesitarás determinación, constancia y valentía tanto para enfrentar las distracciones internas y superarlas como para rechazar las propuestas externas que te desenfocan de tu objetivo o sobrellevar las crisis que surjan en el camino sabiendo que son pasajeras.
No todos los caminos conducen a Roma, por ese motivo, una vez que confirmes adónde vas y cuál es tu mejor camino, el desafío será no desviarte y para eso también necesitarás determinación, constancia y valentía, cada día, para tomar las decisiones que te acercan a tu punto de llegada. Lo demás tendrá que ver con disfrutar del viaje.
Natalia Spetale. Licenciada en Comunicación Social y Pastora de la Iglesia Vida Sobrenatural de La Plata.